domingo, 18 de febrero de 2018

Ese dios que nunca hubo.

Ese dios que nunca hubo,
que nos hizo cobardes
a la par que soberbios.
Cobardes para necesitarlo
y demasiado soberbios
como para no aceptar
más vida de la que se vive.
Ese dios que nunca hubo,
creado por el hombre turbio
a imagen y semejanza
para moldear el miedo,
la sumisión y la ignorancia
entre los sujetos del yugo.
Ese dios que nunca hubo
ni haberse podrá,
demasiada consistencia tiene
para ser algo infundado.
Tan nimios que somos,
algo creceremos en ser
al desterrar los templos,
las curias y doctrinas
que frenan que seamos
lo increíble pero real. 

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