miércoles, 3 de mayo de 2017

SONETO DE NIEBLA.



Ya se infiltra la niebla sobre Oviedo,
una niebla que parece sonora 
como el llanto de un niño a deshora,
como un grito empapado de miedo.

Un rayo de sol de ella se enamora
y osado va y despliega sus pinceles
para pintar la espesura con las mieles
de amor fugaz, dulce de zarzamora.

Y la niebla herida ese amor no quiere,
que amor de rayo en tempestad termina,
que el amor al filo es amor que hiere.

La bruma abraza la ciudad esquiva,
el sol desciende hacia la hora de cierre,
este soneto es como fe de vida.






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