domingo, 29 de mayo de 2016

Para qué preocuparse.

Como el día pasa
y acatamos la nocturnidad
cuál irrevocable final
del capítulo,
así debiéramos asumir
el ocaso vital,
mas sin esperar mañana.
Que por infinitas tomamos
las hojas de almanaque,
pero el otoño llega
a toda arboleda escondida,
y está el rayo
para revocar perennidades.
El aliento es aire
que como tal se evade
y la palabra sólo se refleja
en eco breve
por valles de la memoria.
Ni un segundo se precisa
para pasar a lo yerto
y la vida que triunfa
es de bacteria heredera,
antes huésped.
Mañana será otro día,
o quizá no,
para qué preocuparse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comente si quiere que se publicará si me place.

SIN VERSOS EN LAS YEMAS

Se marchitaron los brotes  de versos en las yemas de estos sarmientos,  gélidos de la nevada,  y el racimo es promesa por incumplir.  No abu...