miércoles, 4 de marzo de 2015

Rinocerontes.

El adicto a las luciérnagas
no sabe de luz robada
y cabalga rinocerontes viejos
entre miopes girasoles.
Es la sombra la que ordena
el paso más peregrino,
son posada catedrales
y los gorriones guardianes
velan sueños fugitivos.
No cantes mi canto roto,
parido entre viejos ríos.
Canta piedras nuevas
de canteras usurpadas
y dile al viento que he muerto,
que no me busque la nube
en eucaliptos quebrados,
en la corteza de encina
guardo el rayo congelado.
Mi casa está enferma
de desahucio prometido
y el tejado silba
melodía de anuncio
de compresa alada.

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