Martinete de reincidencias,
sin propósito a la vista
de enmendar la absurda vía
que desmantela mis andenes.
Dañar no es amar
por más que el sentir duela.
La melodía no se acompasa
deglutiendo las imprescindibles notas,
obviando los acordes justos
para evitar desafinados.
Duele lo propio enajenado,
aun en calientes paños
de obligada corrección.
Vistas negras
en incierto horizonte
que se hunde vencido
por el peso del escombro.
lunes, 6 de enero de 2014
Sin querer casi
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