No sabría decir
cuántos dioses he matado.
Mi torpe cabeza los crea
en siete días,
como clavos ardiendo
y la razón sentencia,
por mor de la luz,
desparasitar el seso.
Mientras viven intentan
vender falso consuelo
de eternidades,
amparados en la soberbia
del que no se asume
carne perecedera.
Mas los anticuerpos
actúan efectivos
tras la vacuna de pensamiento,
la cura de humildad
que asola los olimpos.
domingo, 12 de mayo de 2013
Tantos dioses he matado
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