Foto: mundodeportivo.com
En el gran circo
que anestesia a los humildes,
no sólo brillan los trapecios,
los malabares y las fieras.
A veces brilla el operario,
el de la sonrisa limpia
que acomoda a los niños
y levanta a las estrellas
a golpe de polea.
Humano de error humano,
de ojera trasnochada,
de humana rabia honrada
ante las cornadas vitales.
El que triunfa en lo pequeño.
Y al pequeño engrandece
y si fracasa se va,
y se va sin querer,
sin que nadie quiera,
se va.
Siempre sin precio,
apreciado siempre,
siempre Preciado.
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