Como experimento valió,
el boato campechano,
un mensaje cada año
a la hora del turrón.
Pero ya llegó la hora
de que salgamos del cuento,
que con el racionamiento
ya nos sobran las coronas
y los yernos carroñeros
y los nietos de escopeta,
que queremos papeletas
para elegir los senderos
que nos lleven al futuro,
nuevos caminos civiles,
sin heredar los atriles,
sin linajes de oro oscuro.
Y para cambiar la música
de este aburrido concierto
no vería más acierto
que una tercera República.
el boato campechano,
un mensaje cada año
a la hora del turrón.
Pero ya llegó la hora
de que salgamos del cuento,
que con el racionamiento
ya nos sobran las coronas
y los yernos carroñeros
y los nietos de escopeta,
que queremos papeletas
para elegir los senderos
que nos lleven al futuro,
nuevos caminos civiles,
sin heredar los atriles,
sin linajes de oro oscuro.
Y para cambiar la música
de este aburrido concierto
no vería más acierto
que una tercera República.
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