En tus temores mi pena
de tu penar sin delito,
que yo forjé la cadena,
la que te lastra el camino,
la que entorpece tu paso
con eslabones de arena,
pues te legué mi fracaso
y así heredaste condena.
Pero yo tengo la llave
que descerraja montañas,
sobre caballos de aire
galoparás la mañana
que será canto y no grito,
que será brisa del ala
de un ángel reconvertido
en el guardián de las hadas.
Perdona mi torpe vida
del error como diploma,
cicatricé mis heridas
y desprendo nuevo aroma,
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