A mano tengo papeletas
de siglas y nombre ajeno,
listados cuadriculados
en sobres sin engomar.
Para qué la ceremonia
de la democracia agotada.
Diosa moribunda
infestada de dígitos
y balances.
Pues la avaricia reina,
a espada forjada en hielo,
que es la moneda
único metal.
Y me rebelo y me callo,
mejor no decir
palabra inútil.
Vano el afán,
vana la idea,
impotente al trueque vil.
Para qué pensar
si decide el gráfico.
Subvencionar electos
obedientes a lo ineludible,
guiñol mecánico
de historia contada.
Presos de las mareas
son derroche las brazadas.
Puedo gritar,
usurpar baldosas
de plazas públicas
bajo lonas ilusas
que se apropian los mezquinos.
Dará igual el exabrupto
pues el río sigue
el cauce errático
empujado por vertidos tóxicos
a desembocar en el desastre.
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