A veces parpadean
luces frescas tras lo opaco.
Hay minutos engalanados
para rendirte tributo
y tus ojos,
faltos de la costumbre,
corren visillos de lágrima,
embalsando en párpados
habituados a lo cárdeno,
resecos de arideces de arena,
y florecen pétalos de música.
Esos días sabes que puedes,
adviertes que quieres
y arrancas bocados de viento
para donarlos al mundo,
a la gente que está
y a la que venga.
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