Recalé en los puertos
mas inhóspitos que hubiera,
expuesto a la intemperie,
a las galernas del existir.
Navegué zozobrando
en reglamentos y morales
y estático permanecí
en la calma chicha del hastío.
Abordé otras naves,
con el ansia del corsario,
saqueando sus bodegas,
sus motines de vivencia,
y abandonándolas al pairo.
Y otras goletas me abordaron,
provocando mil naufragios
hacia mil islas desiertas
que me acogieron como estaba,
reparando el cabotaje,
listo para otra botadura.
Y aquí estoy,
dudando en este puente,
con bitácora incierta
y brújula de imprevisible rumbo,
mástiles quebradizos
y regusto de salitre,
voluble timón
sumiso de las corrientes.
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